22:20 y me entero de lo que sucedió.
10 minutos más tarde y no comprendo nada.
22:34 se confirma todo.
No alcanzo a pensar en mi amiga, que era lo más obvio, ni en
ella…solo en ti.
5 minutos después y todo me resulta confuso. Intento meter a
la fuerza en mi cabeza que es verdad.
A las 22: 47…vuelvo a pensar en ti.
No he hablado contigo. No se cómo te encuentras. Imagino que
mal y se con certeza que las próximas horas y días, no serán para nada fáciles.
Imagino que el dolor es tal que nada lo puede mitigar. Que cientos
de pensamientos oscuros te invaden y hacen que tu pecho se contraiga. Que las lágrimas
no cesan y que el nudo en la garganta no se quita.
Lo cierto es…que exactamente a las 00 : 21, no puedo dormir…pensando
en cómo a ti te costará dormir hoy.
Que…no se con precisión que decir o hacer. Y que mañana al
verte, tampoco sabré muy bien cómo actuar. Que lo más probable es que te de un
mal discurso y un abrazo torpe.
Que no sé muy bien como expresarme sin que hayan letras de
por medio. Por eso a estas horas te escribo, para que cuando me veas mañana,
sepas que prometo…pero prometo…que lo siento.
Que no sé qué decirte ni que hacer…para darte un cobijo o
para que este bien o quitarte este dolor. Que llevaré a mi hija, quizás para
que te saque una sonrisa. Que no sé cómo estas, si pésimo o haciéndote la
fuerte, o teniendo visitas constantes de pensamientos tormentosos. Pero por
favor… te lo ruego, no pienses que estas sola. Tienes a tu linda familia, tus
hermanos en la fe a mí, y en especial a jehová.
Que te quiero, como
siempre lo hice y que TÚ estuviste conmigo cuidandome y secándome las lágrimas
incluso haciendo dormir, cuando yo estuve mal.
Cuando leas esto, quiero que imagines con todas tus fuerzas…como
te despiertas por el barullo de los parajitos.
Amaneces inspirada,
por lo que te diriges a toda prisa a tu habitación especial. Entras y cierras
los ojos, dejando que el aroma a oleo inunda
tu pecho. Tu esposo y tú decidieron hacer esta habitación en el segundo piso,
en el lugar exacto donde el sol llega tímido por las mañanas. Caminas al
ventanal, y lo hermoso del lugar te hace pensar que parece uno más de tus
muchos cuadros.
El verde brillante
del pasto tapiza todo el lugar hasta la mismísima cima de los cerros. De los
arboles salen murmullos de las hojas mezclado con las risitas de niños.
Entrecierras los ojos y ves como todo pareciera que
estuviera pintado; el cielo de un celeste fuerte contrastado con el
rosa-anaranjado de las flores. Tomas tu pincel y te dispones a dibujar.
-Amor-grita tu esposo. Se nota ansiedad y alegría en su voz.
Grita tu nombre y decides bajar las escaleras.
Él está tomando la manilla de la puerta con nerviosismo. Te extiende la
mano, invitándote a bajar.
-Ya es hora-dice un poco entrecortado.
Emoción…es lo que sale de sus ojos. Lo miras, te mira y el
asiente sonriendo.
Oyes unos pasos acercarse al tiempo que la puerta se va
abriendo.